jueves, 31 de octubre de 2013

Comunidad de la paz


 "El alma generosa será prosperada; Y el que saciare, él también será saciado". Proverbios 11:25.

 Hace muy poco, empecé a ir los lunes a repartir alimentos en las calles de Madrid con la Iglesia Comunidad de la Paz.
 Todo ocurrió de repente, estando una tarde en casa lavando los platos, recibí una llamada de una amiga: Milagrosa.
 Me comentó que se íban a repartir alimentos a algunas personas que duermen debajo de un puente.
 La verdad es que estaba cansada y eso no entraba en mis planes. 
 Pero no me pude resistir, ella no terminó de hablar y pregunté: ¿Puedo ir?.
 La respuesta fue si.
 Rápidamente me preparé, con la Biblia y la cámara en mano, me olvidé de la cena y a la aventura me fuí.
 A las 22:40 estaba en la estación de Atocha.
 Todo fue maravilloso, un chico que me saludó en el tren, me dijo que al verme con la Biblia en la mano sintió que Dios tenía un mensaje para el.
 Nada pasa por casualidad.
 Dios nunca llega tarde.
 ¡Gracias Señor por la oportunidad de ser un instrumento en tus manos!.
 Esta es la historia de una aventura que comenzó hace poco, pero sé que cosas mayores, grande y maravillosas ya están aquí y más llegando.



















  
 "Aveces, el hombre elige su propio camino, por miedo o por ignorancia, pero nuestro deber como hijos de Dios es orar por ellos, ayudarles a recordar que hay un Dios vivo que les ama, que espera tenerlos de nuevo en sus brazos". Esther Abhulimen.





 La verdad es que se me rompe el corazón al ver a las personas buscando una salvación que en realidad es gratis, un regalo.
 En el libro de Oseas la Palabra de Dios dice: "Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimento". Oseas 4:6.
 Pero, yo sé que tengo un Padre misericordioso que perdona y restaura todo.



 Esta experiencia me recordó que mi padre cuando llegó a España dormía en las calles de Madrid.
 No sé como se sentiría en todas esas noches y días que parecían interminables.
 Pero sé que hay un Dios vivo incansable que ama, cuida día y noche a sus hijos incluso cuando no lo podemos entender.





 De vuelta a casa en el autobús me puse a leer de nuevo: Elogio de la mujer virtuosa (Proverbios 31:10-31).
 Unas de las virtudes de esta mujer es:





¡SHALÓM!.

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