lunes, 30 de junio de 2014

Confianza en Dios y en su palabra


 "Confianza en Dios y en su palabra

(Al músico principal. Sobre "La paloma silenciosa de la lejanía". Mictam de David compuesto cuando los filisteos lo apresaron en Gat)

 Ten misericordia de mí, oh Dios, porque me acosa el hombre;  me oprime combatiéndome todo el día.
 Todo el día me pisotean mis enemigos, porque muchos son los  que me combaten con altanería.
 El día en que tengo temor, 
 yo en ti confio.
 En Dios, cuya palabra alabo, en Dios he confiado.
 ¡No temeré lo que me pueda hacer ningún mortal!
 Todo el día pervierten mis palabras; 
 contra mí son todos sus pensamientos,
 para mal.
 Ellos conspiran; se ocultan.
 Observan atentamente mis pasos en 
 acecho de mi vida.
 ¿Escaparán ellos por su iniquidad?
 ¡Oh Dios, derriba los pueblos con tu furor!
 Mis andanzas tú has contado:
 Pon mis lágrimas ante ti;
 ¿Acaso no están escritas en tu libro?
 El día que yo clamé a ti,
 mis enemigos retrocederán.
 Esto sé: que Dios está a mi lado.
 En Dios, cuya palabra alabo,
 en Dios he confiado.
 No temeré lo que me pueda hacer el hombre.
 Sobre mí, oh Dios, están tus votos;
 te pagaré sacrificios de acción de gracias.
 Porque has librado mi vida de la muerte y mis pies de la caída,
 para que ande delante de Dios en la luz de la vida."
                                                                                      Salmos 56.

viernes, 6 de junio de 2014

Se te adelantan...

 He observado algunas personas que son tan religiosas que se permiten el lujo de escoger a quien Dios puede usar y a quien no. Como si Dios necesitara de nuestra ayuda para escoger.
 Una cosa es que Dios te use y otra cosa es que uno se crea indispensable para la obra de Dios y ahí es donde fallamos muchas veces.
 El ser humano sin Dios es nada, pero Dios es perfectamente capaz de hacerlo todo sin nuestra ayuda.
 Me han dicho algunas personas cristianas y no cristianas que no debo acercarme a cierta clase de gente, entiendo que uno debe ser prudente, pero si Dios te envia a predicar a un drogadicto, una prostituta, un preso, un gangster... No huyas de tu llamado.
Uno debe estar preparado para ministrar a quien el Espíritu Santo le diga y para eso debemos ser sensibles a él. Jesucristo no vino al mundo a salvar a algunos, vino para salvar a toda la humanidad.
Nuestro deber es predicar el evangelio, no catalogar, o etiquetar a los que creemos que deben ser en nuestra mente carnal los salvos. Va más allá de la lógica humana, Dios es amor, tanto nos ama que aún con nuestras faltas nos perdonó, por lo tanto, si él salvó a alguien tan vil como yo, yo no soy nadie para intentar cerrarle las puertas a otro. Corramos, luchemos, no golpeando el aire, sino peleando la buena batalla para ésa corona incorruptible.

 "...Jesús les dijo: -De cierto os digo que los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios, porque vino a vosotros Juan en camino de justicia y no le creísteis; en cambio, los publicanos y las rameras le creyeron. Pero vosotros, aunque visteís esto, no os arrepentisteis después para creerle." San Mateo 21:31-32.