viernes, 8 de agosto de 2014

El temible día del SEÑOR


"Ciertamente tú has rechazado a tu pueblo, la casa de Jacob, porque ellos están llenos de costumbres orientales y de adivinos, como los filisteos; y hacen tratos con los hijos de de extranjeros.
 Su tierra se ha llenado de plata y oro, y sus tesoros no tienen fin. También su tierra se ha llenado de caballos , y sus carros son innumerables. Además, su tierra se ha llenado de ídolos. Adoran las obras de sus manos, lo que sus dedos han hecho. El hombre se ha postrado; el ser humano se ha rebajado. Por tanto no los perdones.
 Métete en la roca; escóndete en el polvo ante la temible presencia del SEÑOR y ante el esplendor de su majestad. Los ojos altivos del hombre serán humillados, y la soberbia del ser humano será postrada. Sólo el SEÑOR será enaltecido en aquel día. Porque el día del SEÑOR de los Ejércitos vendrá contra todo arrogante y altivo, y contra todo el que se ha enaltecido, el cual será humillado. Vendrá contra todos los cedros del Líbano, altos y erguidos, y contra todas las encinas de Basán. Vendrá contra todas las altas montañas y contra todas las colinas elevadas.
 Vendrá como toda torre alta y contra todo muro fortificado, contra todas las naves de Tarsis y contra todos los barcos lujosos. La altivez del hombre será postrada; la soberbia del ser humano será humillada. Sólo el SEÑOR será enaltecido en aquel día, y los ídolos desaparecerán por completo.
 Los hombres se meterán en las cavernas de las peñas y en las aberturas de la tierra, a causa de la temible presencia del SEÑOR y del esplendor de su majestad, cuando se levante para hacer temblar la tierra. En aquel día los hombres arrojarán a los topos y a los murciélagos sus ídolos de plata y sus ídolos de oro que habían hecho para adorarlos, a fin de meterse en las grietas de las rocas y en las hendiduras de las peñas, a causa de la temible presencia del SEÑOR y del esplendor de su majestad, cuando el SEÑOR se levante para hacer temblar la tierra.
 Dejad de confiar en el hombre, cuyo hálito está en su nariz; pues, ¿de qué estima es digno?". ISAÍAS 2:6-22.

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