Ayer, día 7 de octubre del 2013, estuve en la cárcel de Navalcarnero (Madrid).
Antes de llegar, por el camino estuve leyendo la Biblia, saqué unas fotos.Cada vez que voy, me asombra el paisaje tan maravilloso que rodea la cárcel.
Pero en realidad, si nos dieran a elegir, muchos elegiríamos predicar en un lugar ''más cómodo", pero, ¿quién llevará el evangelio a los que realmente necesitan desesperada y urgentemente saber que Dios les ama?, ¿quién predicará a los marginados, pobres, enfermos, familias rotas, drogadictos, a los barrios conflictivos, los ''no tan cómodos"?.
Incluso en las zonas donde parece que la tristeza es la única opción, siempre hay vida y esperanza.
Normalmente, uno no se siente gozoso de ir a la cárcel, pero yo sé que agrado a mi Padre, por lo tanto es imposible que no le glorifique con mi vida, y sé que es imposible que uno lea la Biblia, medite en la Palabra de Dios y no sea transformado.
Leímos la Biblia y estos son los versículos que compartimos: Isaías 40:30-31, Isaías 61, Isaías 62:1-12 y Génesis 37.
Volviendo de la cárcel, casi nos chocamos dos veces: una vez en el coche y la otra en el autobús. ¿Que los milagros no existen?. La Palabra de Dios dice: "Muchas son las aflicciones del justo, Pero de todas ellas le librará Jehová". Salmos 34:19.
¡Gloria a Dios por su protección divina y sobrenatural!. Amén.
"Los afligidos y menesterosos buscan las aguas, y no las hay; seca está de sed su lengua; yo Jehová los oiré, yo el Dios de Israel no los desampararé". Isaías 41:17.
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